13 marzo, 2007

Canciones.

La música es como las personas hay canciones para todos los gustos, todas las necesidades y todos los momentos, para todos los segundos diría yo.
Las hay que escucharías continuamente, una vez detrás de otra sin que siquiera se te pasara por la cabeza pulsar el botón que dice Stop en tu cacharro que hace música, son esas que te gustan tantísimo que serías capaz de reconocer en cuanto escuchas el primer acorde sea cual sea el lugar, el momento y la situación.
Las hay que no te molestan, que símplemente suenan, se acaban y pasan al siguiente track sin pena ni gloria.
Las hay imprescindibles, sin las que tu vida nunca habría sido lo mismo.
Las hay oportunas, de esas que siempre suenan justo cuando tienen que sonar y nunca antes o después y que siempre consiguen darte ese último aliento que tu sólo no ibas a ser capaz de sacar de ti mismo.
Las hay insufribles, que no conseguirías escuchar enteras ni con toda la voluntad del mundo porque te consumen, te enervan y te desquician.
Las hay blandas, más blandas que la mierda de pavo, sin sustancia, sin carisma, sin motivo, sin vida y tambíén las hay duras, de esas que hay que escuchar tres o cuatro veces hasta que se aprende a apreciarlas, pero que una vez las conoces bien no puedes dejar de tararearlas en el coche, en la calle, en un bar, de camino a casa...
Las hay únicas, al principio no sabes por qué las escuchas, pero al cabo de un rato te das cuenta de que deben estar en el apartado de las imprescindibles porque tienen pinta de haber nacido para estar metidas en tu mp3.
Las hay raras, no todo el mundo sabe apreciarlas, pero sospechosamente tú siempre sabes sacar su lado bueno y tus oídos siempre están en armonía con ellas.
Las hay alegres, que te levantan el ánimo e incluso los pies en cuanto asoman por tu auricular.
Las hay tristes, para cuando necesitas que alguien te de la razón y te haga reafirmarte en tus cávilas pesimistas hasta el extremo.
Las hay graciosas, son las que te animan en un momento dado y acaban por cansarte hasta límites insospechados por el ser humano.
Las hay de esas que jamás concebirás como canciones porque no te entra en la cabeza como a alguien se le ha ocurrido sacar a flote semejante aberración ruidosa, ridícula hasta decir basta.
Las hay que marcan una época y luego desaparecen por que todos sabíamos que venían con fecha de caducidad, probablemente por ser un refrito rejuvenecido de algún que otro hit de un tiempo pasado.
Las hay típicas, que siempre te emocionan por el simple hecho de sonar cuando andas de fiesta por ahí, pero que nunca escucharías en casa porque en realidad es de una insustancialidad tan evidente que no te aporta nada, por duro que suene y con respeto hacia aquel dinosaurio que la creó allá por los sesenta.
Las hay que compartes con otra persona, significa tánto para ti oirla cuando estais junt@s que cada vez que la oyes no puedes evitar pensar en el otro, pero al mismo tiempo pierden todo su sentido si se escuchan estando con cualquier otra persona.
Las hay buenas, que sean como sean son música con mayúsculas, con su guitarra, su batería, su bajo y su voz, todos de la mano compartiendo mágicamente un par de minutos de tu trayecto casa-curro.
Las hay malas, con arreglos o sin ellos nunca alcanzarán su objetivo porque a pesar de tener la portada más bonita del mundo pertenecen a un álbum sin sutancia alguna y merecen sonar en radio tele taxi.
Las hay acústicas, sólo se necesitan a si mismas para hacer estremecer hasta el último rincón de tu cuerpo.
Las hay en directo, cara a cara, sin trampa ni cartón, con sus defectos y sus virtudes, dejando al descubierto qué son capaces de dar de si en realidad, aunque hoy en día la inmensa mayoría no pasaría esta prueba sin ayuda de los fántásticos y super modernísimos arreglos electrónicos con los que hasta yo podría grabar el Made in heaven.

Hay millones de ellas,cada una diferente a las demás, pero sólamente esas que se desmarcan de las otras por una u otra razón forman parte de nuestro repertorio habitual, gracias a dios.