22 septiembre, 2009

Gone with summer.

Sólo me queda afrontar la derrota, sólo eso.

04 septiembre, 2009

Un jueves cualquiera o nacida para pringar.

Es la hora, apagas el ordenador y te dispones a arreglarte para ir al trabajo medianamente presentable, a pesar de los pesares. La primera en la frente: se te cae el botón del pantalón dos minutos antes de salir de casa, pero piensas: bah! es jueves, no va a haber mucho lío y no me voy a tener que mover, no me cambio... ¡Ingenua de ti!
Allá que te vas paseando y totalmente ajena a lo que te depara la tarde del jueves, para la cual, además de un pantalón sin botón, te has puesto unos tacones de infarto... antes muerta que sencilla. Miras el reloj, le das las últimas caladas al cigarro que te encendiste en la puerta de casa, enfundas las gafas de sol y hala, al lío!
Llegas, guardas tus cosas, sacas las armas de vender y antes de que te haya dado tiempo a cerrar el cajón te ves sentada en una mesa rodeada de papeles en los que no sabes qué narices estás leyendo, revisando, agujereando y encuadernando los informes de un inventario que, por cierto, nisiquiera has hecho. Cuando piensas que ya sólo te quedan seis páginas y que estás a punto de terminar con ese coñazo... ZAS, te dicen que tienes que volver a revisar la mercancía (cosa que ya hiciste ayer y que no te resultó precisamente sencillo) porque no cuadra. Te pones a ello, ya de mala leche, claro y cuando no llevas ni dos minutos te preguntan que dónde están los informes, que hay prisa!!! -Dos cosas:Primera: sólo tengo dos manos y un cerebro y segunda: a tocarle los cojones a otro que cobre más, que yo bastante tengo con haber nacido con cara de pringada!- Retomas los informes, los terminas, re-revisas la mercancía e intentas ponerte a lo tuyo pero, no amiga no! Ahora prepara trescientas cosas y llévalas a tomar por el culo andando, con tacones y con la que está cayendo. Pues nada, con la más falsa de tus sonrisas allá que te vas. Con una caja que pesa más que tú en una mano y tres bolsas en la otra, a surcar el mar de gente que trasiega por las calles con tus taconazos y a eso que te vibra el móvil. Te paras, sueltas las bolsas, descuelgas, te lo colocas en el hombro, recoges las bolsas y sigues andando con todo el estilo que se puede tener con la cabeza doblada, los ojos achinados por el sol y cargada como una mula y además rapidito, porque te han cuñado la hora y como te retrases tienes que contar qué has hecho exactamente desde el momento exacto en el que tomaste la primera comunión hasta ese mismo instante para explicar por qué has tardado tantísimo -pues oiga, porque no tengo ruedas, tengo pies!- y zas! se te rompe la caja que llevabas en la mano en medio de la marabunta, mientras sigues hablando por teléfono y luchando con el pantalón para que no se te caiga. Y ya miras a tu alrededor y te preguntas cuánto va a tardar en salir el presentador para decirte que es todo una broma y que ya nos hemos reido todos, pero no sale, no. Y no sólo no sale sino que justo cuando has conseguido reconstruir el circo que tenías montado y has vuelto a retomar la carrera hacia la meta se te cae el tabaco al suelo... sin comentarios.
Y después de la odisea, que para ti ha durado seis horas, pero en realidad te ha llevado quince minutos porque andas más depirsa de Carl Lewis, consigues llegar a tu destino! Pero cuando lo haces no tienes un comité de recepción a tu espera, tienes a una vigilante de seguridad con cara de bull dog francés que te dice que no le vale con el resguardo que le traes, que tiene que revisarte toda la mercancía, para lo cual tienes que sacar cada una de las trescientas cosas que llevas para que nisiquiera las mire y te diga con cara de asco que dónde te has dejado a George Clooney -con tu puta madre, desgraciada!-. Y como era de esperar, se te vuelve a romper la caja justo cuando ibas a salir, pero lejos de ponerte a llorar, te da un ataque de risa y llegas a dónde ibas medio deshidratada, con una caja que parece que has sacado de un contenedor de basura en una mano, tres bolsas llenas de cosas en otra y muerta de la risa... ¿cómo no van a pensar que estás zumbada?
Saludas, descargas, recuperas la respiración y te das cuenta de que la persona que te ha dicho que vayas, lejos de estar esperándote se ha volatilizado y no le encuentra ni Paco Lobatón. Cojonudo. Le llamas al móvil para que venga, pero además de decirte que no, te da instrucciones para que (tú sola) cojas todas las cosas que casi te has dejado la vida en transportar y además un mueble que pesa como siete veces tú y lo lleves a nosedonde... - mira, pase que lleve toda la tarde perdiendo el tiempo haciendo cosas que no tengo por qué hacer, que haya accedido a hacer de mozo de los recados momentaneamente, que sea gilipollas, pero que también tenga que hacer yo las ñapas??? Pues sí hombre! Me pongo un plumero en el culo y voy quitando el polvo de paso!-
Te vuelves, solucionas un par de cosas que te habías dejado pendientes, te das la vuelta y ves una señora con cara de reclamación. Y ya ni te molestas en hacerte la sueca, visto lo visto y a sabiendas de que a no ser que de repente tengas el poder de teletransportarte, te la vas a comer... te acercas a ella con la cabeza agachada como el que va a que lo fusilen y nisiquiera le discutes. El cliente siempre tiene la razón y hoy más. Pero se ve que además de pringada tienes cara de buena persona y la señora insiste en contarte su vida, pese a que tú empujas insistentemente la bolsa sobre el mostrador como invitándola a irse... pero no se va, te cuenta su vida, la escuchas, piensas que hay mucho psicólogo en paro como para que tengas que aguantar tú las idas de la gente y después te vuelves a quedar con cara de gilipollas cuando se va sin nisiquiera darte las gracias.
Te lo has ganado, te vas a merendar. Y pese a que con la tardecita que llevas temes que la sala de descanso se haya incendiado, inundado o convertido en un agujero negro, llegas y está todo en su sitio, excepto que las máquinas no funcionan, pero ya te da igual.
Acabado tu descanso, vuelves a preguntar si hay alguien dispuesto a ayudarte con aquello que dejaste pendiente y te contestan que hoy no, que ya mañana. -menos mal que había prisa- Suspiras. Dan las nueve. La gente empieza a irse. De hecho mucha gente empieza a irse. Demasiada... y se te acerca un señor al que no soportas y que además no tiene nada que ver contigo y te dice: "Nespressita! Necesito que me hagas dos favores, bueno tres... o cuatro.". Y a ti ya te tiemblan las piernas, claro. "Tienes que cerrar las cajas de toda la planta, que estamos sin personal y nos pilla el toro". Y a ti te dan ganas de decirle que se meta las cajas por donde más cómo le resulte y que cuando termine, en caso de que le haya sobrado vaselina, se vaya a tomar por culo, pero te pones a hacer cajas como buena pringada que eres.





Y otro día, me vuelves a preguntar en qué consiste mi trabajo!

02 septiembre, 2009

Faith

Es un problema de fe.
No hay sensación más aplastante que la que se tiene cuando no se es capaz de expresar algo que es necesario sacar a la luz. No hay peor sabor de boca que el que deja una obra mal acabada. No hay nada menos llevadero que tu propia nota. No hay nada que pese tanto como saber que puedes hacerlo mucho mejor, porque en tu cabeza tiene otro aspecto, porque tu alma es capaz de expresarlo de tal forma que la persona más fría se derretiría como un cubito en el infierno...
No hay nada tan exigente como la propia exigencia, ni tan reprimente como el propio castigo.
Es un problema de fe.