27 febrero, 2006

Every breathe you take...

Los recuerdos siempre son bonitos, por eso son recuerdos. Siempre está bien recordar cosas que sucedieron en otros momentos, porque si sucedieron fue porque entonces te hacían sentir bien y esas sensaciones son lo que cuenta, indepentientemente del final del cuento.
Recuerdo que me sentía bien, que era bonito y que no tendría trascendencia, aunque la tuvo. Y recuerdo que me sirvió de mucho en mi batalla contra la inmadurez... también recuerdo que no tuvo sentido para nadie más que para mi y recuerdo que eso lo hacía entrañable en parte.
Sé que soy la única que todavía da importancia a esos recuerdos y que ya no tiene sentido aparente para la otra parte, pero son mis recuerdos, lo son ahora y lo seguirán siendo siempre y me niego a olvidar ni un ápice de algo que me resultó algo más que mero placer... porque jamás fui una persona capaz de separar los asuntos del alma de lo meramente físico.

Faith.

Es un problema de fe.
No hay sensación más aplastante que la que se tiene cuando no se es capaz de expresar algo que es necesario sacar a la luz. No hay peor sabor de boca que el que deja una obra mal acabada. No hay nada menos llevadero que tu propia nota. No hay nada que pese tanto como saber que puedes hacerlo mucho mejor, porque en tu cabeza tiene otro aspecto, porque tu alma es capaz de expresarlo de tal forma que la persona más fría se derretiría como un cubito en el infierno...
No hay nada tan exigente como la propia exigencia, ni tan reprimente como el propio castigo.
Es un problema de fe.

Pride and prejudice.

Hace tiempo tuve el placer de leer ese libro y tras noches y noches dejandome la vista y el diccionario, supe que su trasfondo decía verdades como puños.
Queda bastante claro que no soporto a la gente que va de lista y que soporto todavía menos a la gente que, por no tener una vida interior placentera, se dedica a malmeter, descalificar e inventar historias de la forma más infantil y absurda acerca de otra gente a la que joden la vida para llenar la suya de emociones fuertes.
Me repatea la gente orgullosa, me repatean la valentía y la bravura a través de un monitor, me repatean la falsedad, las falsas creencias y los juicios de valor sin conocimiento de causa. Me repatea la gente endiosada, la felicidad a costa de la descalificación moral de otras personas y los daños colaterales a sabiendas.
Me repatea haberme mezclado con personas de ese estatus y me reconforta en medidas desmesuradas haber dejado el nido cuando aún no era demasiado tarde.
Tengo consciencia de que esto no sirve para mucho, pero mis pretensiones no van más allá de manifestar mi creencias, porque esas siguen sin haber cambiado.

He dicho.

Friends will be friends.

Tener gente con la que contar es mi tesoro más preciado, muy por encima de mis púas de Kelly Jones y banalidades varias que aún conservo por amor a mi condición de grupi empedernida de la vida en general.
Tanto en los momentos buenos como en los malos, considero que tener una mano a la que agarrarme para no caer y partirme en seis es lo mejor que tengo en la vida y creo que es todavía mejor saber que mi mano hace las veces de salvavidas en alguna que otra ocasión, porque para que negar la evidencia, me encanta dar el alma por mis amigos, porque para eso los tengo.
Es cierto que hay momentos en los que echo de menos sensaciones que ellos no pueden proporcionarme por razones obvias, pero más cierto es que llenan mis vacíos existenciales con las hostias oportunas y las declaraciones de intenciones más inesperadas y sinceras que jamás he visto, en cualquiera de las formas habidas y por haber... porque para mi no es importante hablar, sino demostrar los hechos cada minuto, cada segundo.
Creo que he perdido mi toque literario pero, francamente, me importa un bledo.


Soy una pesada, pero os jodeis.

15 febrero, 2006